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Editorial
Centro histórico: un espacio urbano habitado y habitable
Hace apenas unos meses, la casa francesa Chanel presentó un desfile histórico en el centro de La Habana, en el icónico paseo del Prado, y logró que por unas horas La Habana recuperara el glamour que tuvo en otros tiempos. El paseo del Prado es una ancha avenida construida en 1772 y remodelada a principios del siglo XX, que comienza casi a orillas del mar y termina a pocos metros de emblemáticas construcciones de la ciudad, como el Gran Teatro de La Habana y el Capitolio. El hecho de usar dicha alameda como pasarela de la alta costura proporcionó una nueva oportunidad para apreciar la riqueza del patrimonio histórico y cultural de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Para corroborarlo, basta señalar que hay 37 centros históricos de nuestras regiones que han sido declarados por la Unesco como patrimonio mundial de la humanidad, entre ellos, la Ciudad Colonial de Santo Domingo.
Desde el año 2012, el Ministerio de Turismo lleva a cabo el Programa de Fomento al Turismo de la Ciudad Colonial de Santo Domingo (PFTCC), un programa de inversiones con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo. En el mes de junio se completó la primera fase de cuatro años, y actualmente se está negociando una segunda fase de seis años más. Entre otros objetivos, las medidas del programa están dirigidas a la recuperación de la Ciudad Colonial y a dinamizar su economía urbana a partir de la conservación y revitalización del patrimonio tangible (espacios públicos y edificios) e intangible (diversidad social y cultural). En un contexto más amplio, el PFTCC pretende posicionar al país como destino de turismo cultural de alto estándar, abriendo nuevos nichos de mercado complementarios a los de “sol y playa”.
Las evaluaciones realizadas a medio término (2015) indican que en estos cuatro años el programa ha logrado mejorar la calidad del espacio público, frenar el deterioro físico que había experimentado el centro histórico (se renovaron 2.5 km de calles, se rehabilitaron 680 fachadas y se pintaron 700, y se modernizaron los principales museos); e incrementar la oferta local (320 nuevos negocios y atracciones para residentes y visitantes). Además, la cantidad de vecinos que se van del centro ha disminuido.
Otros resultados se relacionan con la inclusión económica y social de la población y una gestión turística sostenible: capacitación de vendedores ambulantes y certificación de las personas cuyo trabajo está relacionado con el turismo, planes de animación urbana, creación de puntos de información y diseño de rutas turísticas, creación del centro comunitario y de gestión social, del Observatorio Turístico de la Ciudad Colonial y de la Oficina de Turismo Sostenible, entre otros.
Como bien lo señala la oficina coordinadora del programa, estos logros han sido posibles gracias a la colaboración de múltiples instituciones gubernamentales y municipales, entidades empresariales y de la sociedad civil, pero más que nada a la participación de la población local que, en un 93%, no piensa mudarse y considera que al término del programa el atractivo turístico habrá mejorado. Esperamos que estos trabajos para recuperar el centro histórico se realicen siempre bajo el concepto de mantener su carácter de espacio urbano habitado y habitable, motor de la cultura, el bienestar y la economía de los ciudadanos.
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